lunes, 9 de febrero de 2015

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Mi Vecino. (Historias para no dormir #3)




El hombre viejo abrió la puerta muy despacio.


Desde hacía casi un año había permanecido cerrada todos los días, y solo de vez en cuando, el ring del telefóno resonando a través de las finas paredes hacía pensar que aquel pequeño apartamento en el centro de Madrid estaba ocupado.

Hasta esa noche nunca antes pulsé el timbre de su puerta.

-Siento molestarle, pero, acabo de oir un ruido muy extraño. ¿Esta todo bién?

El viejo movió la cabeza de lado a lado muy despacio, como impulsado por un pequeño motorcito colocado en algún lugar de su diminuta y retorcida espalda.

Detras de su cuerpecillo, a lo lejos, se intuian ropas y otros objetos tirados por el suelo del pasillo. Aunque los ojos del viejo destacaban por su tamaño y regalaban inocencia, no me resistí a intentar entrar y comprobar el estado de la casa de mi viejo vecino.

-¿Quiere que le ayude a recoger un poco?, usted podría descansar mientrás ordeno.

El viejo tardo unos segundo antes de mover de nuevo la cabeza de arriba abajo, mucho más lento que la vez anterior, como si las baterias de su pequeño motor necesitaran recarga.

Fui directo al salón. Su casa era exactamente igual que la mia pero al revés, como un espejo.
Alli hacía mucho que no limpiaba nadie. Mientras caminaba tropecé con lo que parecían pelotas de tenis. Cuando mire a mis pies pude comprobar decenas, cientos de bolas de polvo esparcidas por el cuarto. Sali un momento y en mi casa agarre la escoba y el recogedor de la cocina. De nuevo en la casa del viejo pase el cepillo con rapidez a lo largo de todo el parquet. En solo unos minutos la bolsa de basura estaba completamente llena de porqueria, el olor era insoportable.

El viejo me miraba sentado en el sofá, con la cabeza apoyada en las manos, como sujetándola.

La cocina y el cuarto de baño estaban aun peor. La cocina llena de latas de anchoas y tomate frito caducado, alguna botella de leche derramada en el suelo y bolsas enormes de pan rallado. El baño olía a vestuario de colegio, húmedo y rancio, con el suelo inundado de orina. El retrete conservaba excrementos desde no se sabe cuando. Tire de la cadena tres o cuatro veces antes de que las heces desaparecieran por completo.

De vuelta al salón el viejo había desaparecido. Le llame un par de veces y fui hasta el dormitorio. Acostado en la cama, encontre al anciano llorando, en posición fetal abrazado a la mugrienta almohada, unico objeto sobre la cama.

Al acercarme al viejo tropece con algo que me hizo caer al suelo. Era realmente grande. Levanté la vista y me encontré tumbado junto a una mujer. Estaba muerta, no hacía mucho. Tenia las manos atadas y una  una pequeña mordaza alrededor de la boca.

En la cama ya no estaba el viejo.

Pensé en que hacía mucho tiempo que la vieja señora de mi vecino no paseaba por el barrio. Levanté la cabeza y el anciano sujetaba con las dos manos el televisor que acababa de limpiar en el salón. El viejo parecia ahora mucho mas grande, mucho mas fuerte, con las baterias recien recargadas.

Con voz energica dijo

-Ah! y no es ninguna molestia, esta todo bien, imagino que habría escuchado un ruido parecido a este.

Dejo caer el televisor sobre mi cabeza

Plofff


Originalmente publicado el 1 de marzo de 2008

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