lunes, 9 de febrero de 2015

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Caperucita Roja




La niña de la caperuza roja salio de casa de su madre con el tupperware lleno de tortilla española y pimientos rellenos bajo el brazo.

Al cruzar la avenida principal detuvo su golf en el semáforo en rojo. El ferocísimo lobo se acercó hasta el coche para limpiar los cristales.

Le mostró la foto de su pequeño lobezno al tiempo que llenaba de detergente la luna delantera. La niña de la caperuza roja rechisto señalando con sus manos los bolsillos del vaquero, dando a entender que no tenía nada. Bajó la ventanilla.

-Lobo feroz voy con una prisa mortal, le llevo a mi abuela la comida. La pobre esta esperando desde hace rato, me he liado con el móvil y se ha hecho tarde.

El ferocisimo lobo le preguntó a la niña de la caperuza roja si le quedaba lejos. La niña se lo explicó mientras el semáforo cambiaba de rojo a verde. Arrancó el vehículo, subió el volumen de la radio y empezó a tararear el último éxito de Alejandro Sanz.

Por las calles apenas circulaba nadie. Dos canciones mas tarde la niña de la caperuza roja aparcaba frente la casa de su abuela.

Apretó el telefonillo. Tercero D. Después de un ratito corto no contestó nadie. Sacó unas llaves de su bolsito de piel marrón y entró en el portal. Dentro del ascensor un intenso olor animal recorría las narices agujereadas con piercings de la niña.

-¡Ya estoy aquí!.

La vocecita de la niña no obtuvo respuesta

En el dormitorio de la abuela descansaba el lobo feroz sobre la cama, con el gorro de ducha de la abuela en la cabeza y unas zapatillas de andar por casa en las patas apoyadas sobre la inmensa panza de la anciana.

-Lobo feroz, ¿pero que has hecho?

El ferocísimo lobo se incorporó en la cama tirando al suelo el cuerpo de la abuela al tiempo que encendía un cigarro.

-Mira bonita, yo solo he seguido el plan. De buenas a primeras, la vieja va y se muere del susto, así, de repente.

Caperucita roja ahora estaba furiosa.

-¿Pero que plan ni que plan?, a ti lo que te pasa es que eres tonto. Te dije ¡comértela!, ¡devorarla!, ¡descuartizarla!, ¿que parte no habías entendido?, ¿pero que vamos a hacer ahora?

El lobo feroz y caperucita roja iniciaron una discusión.

-Al fin y al cabo, vas a recibir la herencia igual. Ya sea por descuartizamiento animal o por acojone natural.

-Pero mira que eres tonto...

En un abrir y cerrar de ojos el ferocísimo lobo arranco de un bocado la cabeza de la niña, caperuza incluida.

-Venga abuela, para arriba, asunto terminado.

La anciana se levantó del suelo. Con la mano derecha recogió el pitillo que había estado en la boca del lobo, con la izquierda mesaba sus cabellos blancos mientras golpeaba con su pierna el cuerpo decapitado de la nieta.

Ya hablare yo con mi hija del tema de la niña, espetó la anciana mientra tres círculos de humo escapaban de su boca.


En ese momento, alertado por el ruido, entro por la puerta un cazador blanco. Antes de decir una sola palabra el cazador beso a la abuela en los labios. Miró al lobo y dijo con una voz profunda.


-Te están esperando abajo.

El lobo rebusco las llaves en los vaqueros de caperucita, guiño un ojo y se marchó pitando
Sentada en el capó del golf la loba esperaba de patas cruzadas.

-Has tardado mucho
-Cariño, el cuento se ha complicado

Arrancó el coche y pasó su pata derecha sobre el hombro de la loba.

-¿Quieres tortilla?



Texto publicado originalmente en abril 2008

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