lunes, 9 de febrero de 2015

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Apasionado por La música


Sostiene Óscar García Blesa que su libro es un recorrido vital; un vistazo atrás recién cumplidos los cuarenta; un balance de lo vivido. Esta especie de road movie existencial trae, eso sí, la música como excusa e hilo conductor, y así la narración queda vertebrada a partir de conciertos, discos y bandas que por una u otra razón le dejaron alguna impronta. El aficionado a cuestiones musicales reconocerá además el crédito otorgado a obras como “High Fidelity” (1995), la novela escrita por otro enfermo de los vinilos como es el autor inglés Nick Hornby. Son continuas las referencias a espacios comunes como la construcción de listas, la disposición de los capítulos del libro a modo de canciones de una selección en cinta de cassette grabada o la inclusión de citas de diferentes momentos de la historia de dicho libro.
Es  su pasión por la música precisamente la que llevó al autor a montar un fanzine desde muy temprana edad, con el que se hizo con la excusa ideal para entrevistar a muchos de sus ídolos musicales del momento y conseguir pases de prensa para conciertos y festivales. Muy probablemente además fue la misma afición la que determinó su futuro profesional, el de directivo de compañías como Warner, RCA y en la actualidad de Real Networks. Su implicación directa en las entrañas de la industria discográfica abre un más que interesante punto de vista desde el que está escrita esta historia. Consciente quizá del papel de “malo” que muchas veces parece jugar este perfil en el mundo de la música, no rechaza el parapeto que le brinda Kiko Fuentes, directivo de Warner y compañero del autor en su paso por la compañía, en el prólogo inicial.
Lejos de entorpecer con todo ello el relato general, Óscar ofrece al lector momentos impagables e irrepetibles, impensables para el común de los mortales, de su contacto con muchos de los grandes nombres de la música. Comienza por ejemplo el libro con los preparativos frustrados del concierto que Alejandro Sanz iba a dar en la gala de los premios Grammy en versión latina con un MTV Unplugged que tuvo que retrasarse como consecuencia de los atentados al World Trade Center de Nueva York. Se cuentan las peripecias vividas aquellos días, en los que el grupo de directivos allí destacados terminaron como “refugiados” por una noche en la casa de Antonio Banderas y Melanie Griffith. Más adelante se relata cómo tuvo que lidiar el autor y protagonista del libro para sobrevivir a la tensión impuesta por las exigencias del séquito de Madonna en su visita a España.
Pero no es el texto una lista de anécdotas con notables de la canción. Donde realmente radica a mi juicio lo interesante de las historias que se cuentan es en el factor humano, entrañable que se ponen de manifiesto, tanto del artista como del fan del mismo. Valga como muestra el capítulo que comienza con el concierto que dio Nirvana en el Pabellón del Real Madrid de baloncesto y que termina con la descripción de una barbacoa en la casa de la madre de Dave Grohl, integrante primero de dicho grupo y posteriormente de Foo Fighters, en la presentación de un disco de esta última formación: “Desde que llegamos a su casa por la tarde, y hasta que nos marchamos de madrugada, no mencionó ni una sola vez qué tipo de planes teníamos previsto llevar a cabo en nuestros respectivos países con ‘In Your Honor’ (Roswell / RCA, 2005). Entendía y nos lo hacía saber con su actitud que sabríamos qué hacer con su disco. Mostró respeto por nuestro oficio del mismo modo que lo exigía con sus canciones. De verdad, y parece difícil de creer, aquella noche sólo intentó caernos bien. Evidentemente lo consiguió“.
Contadas con sincera agilidad y simpatía (recomiendo encarecidamente la lectura del relato del viaje para visitar en el Palacio de La Moncloa al entonces presidente José Luis Rodríguez Zapatero de un autobús lleno con artistas como Alejandro Sanz, La Oreja de Van GoghCafé Quijano,AmaralÁlex UbagoEstopaAndy y LucasDavid Bisbal y Mago de Oz) atrapa leer cómo se desmorona la desconfianza de Jota (Los Planetas), conmueve la incomprensión de David Summers (Hombres G) al ver cómo su carrera en solitario no termina de despegar, el agradecimiento de un grande de la canción italiana como Claudio Blagioni ante la confianza depositada en él por el sello o la camadería con las bandas “menores” que tienen en nómina.
No son sólo bandas o artistas que el autor haya tratado por cuestiones laborales las que desfilan por las páginas del libro. Se habla de Bruce Springsteen y sus giras en concierto en España, del gusto personal para con la Creedence Clearwater Revival o Canned Heat, de las escuchas de discos de Depeche Mode en una estancia en los EE.UU., de Coldplay…
No desperdicia la ocasión para lanzar dardos al bando de la independencia cuando ésta se comporta de forma poco consecuente o intransigente: “Qué aburrida es la independencia más recalcitrante cuando insiste en poner zancadillas a las buenas canciones por el simple pecado de ser piezas populares. Las canciones se construyen para hacer que la gente lo pase bien y se emocione. Disfrútenlas sin prejuicios. Viva la vida“.
Este libro parece por su parte escrito precisamente desde el disfrute de la música. Recomendable y mucho para enfermos con síntomas similares.
Por TGL, LA FONOTECA

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